¿Por qué el corsé fue (y tenía que ser) la prenda estrella de la Met Gala 2024?

Una prenda con un significado imbricado en la vestimenta femenina del siglo XIX y que han llevado sobre la alfombra del Metropolitan Dua Lipa, Kim Kardashian y Chloë Sevigny
Met Gala 2024 Dua Lipa
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Sleeping Beauties: Reawaking Fashion es el tema que protagoniza la nueva exposición del Costume Institute del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York. Como es habitual, su inauguración viene precedida por la famosa Met Gala 2024, la cita más importante de la industria de la moda, que concentra todas las miradas en su alfombra roja.

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Un evento que, en esta edición, ha reunido más rostros conocidos de la élite de las artes que nunca y en el que una prenda, el corsé, se ha coronado como elemento preferido por las celebridades y sus estilistas para lucir en la alfombra que no es roja sino beige de la MET Gala 2024. Desde vestidos que los lucen incorporados hasta corsés independientes.

De Dua Lipa, quien vistió de Marc Jacobs, a la compositora sudafricana Tyla pasando por el look extra romántico de Chloë Sevigny, especialmente reseñable el caso de Kim Kardashian y una cintura notablemente reducida en la silueta de su look firmado por la Maison Margiela de John Galliano.

¿Por qué el corsé fue protagonista en la MET Gala 2024?

Una belleza durmiente habla de una fuerza natural en estado latente, y también de otra fuerza, coercitiva, que la mantiene narcotizada, alejada de su propio potencial. En este caso, cuando lo que nos ocupa es la propia moda y su furiosa capacidad de hablar sobre el tiempo y el contexto social que nos toca vivir, puede que no haya prenda más representativa que un corsé, el elemento que durante el siglo XIX, y en lo que se refiere a la etapa romántica de la moda, constriñó el cuerpo de las mujeres hasta límites peligrosos, y cuyo rechazo colectivo estuvo indisolublemente unido del otro despertar: el del feminismo.

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Al igual que la fuerza femenina, la moda ha de despertar de su letargo. O al menos así lo considera el comisario jefe del Costume Institute, Andrew Bolton, cuando sostiene que “la moda es una de las formas artísticas más emotivas por su conexión con el cuerpo. Está impregnada de memoria y emociones, y nos relacionamos con ella en gran medida a través de nuestros sentidos. Espero que esta exposición estimule esa apreciación sensorial de la moda”.

Los invitados que anoche se decidieron por lucir esta prenda cargada de historia y simbolismo lo hicieron en su formato más duro. Sobre la alfombra beige de las escaleras del MET pudimos ver cómo cuatro personas levantaban (literalmente) del suelo a la compositora Tyla, inmovilizada casi hasta la rodilla por su vestido, escuchamos a Bad Bunny quejarse en los micrófonos de Vogue de no poder prácticamente respirar y, una vez más, Kim Kardashian causó impresión por la dimensión de su cintura en un diseño tan romántico como histriónico de Maison Margiela por John Galliano. La estrella de la telerrealidad y empresaria es ya conocida por elegir diseños agresivos con su cuerpo para esta cita: desde aquel diseño de Mugler que ya extremaba la pequeñez de la cintura, a la polémica dieta que lució para calzar su cuerpo en un el vestido con el que Marilyn Monroe cantó a Kennedy su Happy birthday, Mr. President, pasando por aquella otra ocasión en la que ocultó totalmente su rostro.

¿Cuál es el nuevo significado del corsé?

No es ningún secreto que los corsés se han convertido en unas prendas apreciadas también por el street style, especialmente por las generaciones más jóvenes, en los últimos años. Aunque, eso sí, en una versión mucho más amable con los cuerpos de quienes los lucen.

En una entrevista a Vogue España, Irene Sánchez Fernández, fundadora de Cafuné, una firma con sede en Lorca dedicada enteramente a la confección artesanal de esta prenda, lo contaba así: “en el caso de Cafuné, tienen un toque mucho más moderno, son cómodos, ajustables y dan muchas opciones”.

La empresaria y artesana hablaba entonces de cómo trabaja cada caso personal creando opciones ajustables a todos los cuerpos y sus especificidades. Aunque, sin duda, hay una innegable inspiración en aquella forma de vestir y el espíritu romántico que insufló el carácter de personajes escritos por Charlotte Brönte o Jane Austen.

“Es un período literario exquisito”, contaba Sánchez Fernández. “Como Shirley, Jane Eyre, Pride and Prejudice, y más tarde sus versiones en pantalla. El vestuario me llamó muchísimo la atención, no hay prenda que represente mejor este período que el corsé. Esas novelas fueron una inspiración para mí”. Son muchas las jóvenes creadoras que hoy encuentran en ese romanticismo decimonónico el imaginario artístico con el que nutrir sus propias reflexiones.

En un artículo sobre el regreso de la iconografía romántica, la escritora Noelia Cortés, autora de El mar y la muerte y La higuera de las gitanas, nos hablaba de cómo la obra de los poetas románticos está presente en muchas otras actuales, como por ejemplo la música de Taylor Swift. “La mirada de los poetas románticos siempre vuelve porque es una manera de sentir, una idea común de aquello que transmite un sentimiento sobrecogedor de calma y belleza”, decía Cortés. “Es como si estuviéramos reclamando un lugar en los cánones de belleza para esa otra estética que a nosotras nos conmueve: los páramos, los días grises, la escena de Mary Shelley sentada en la tumba de su madre, que está cubierta de hierba. La delicadeza. Las tormentas, la forma en que Shakespeare describe los sentimientos”.

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Tal vez la popularidad del corsé en la actualidad tenga raíces en su propio simbolismo, la moda es siempre un elocuente medio de expresión sobre su propio tiempo, capaz de escapar, incluso, al sentido que quienes la visten quieren otorgarle. El regreso de la inspiración del XIX puede exceder el dress code de un evento en Nueva York de la élite del sector, incluso.

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Tal y como señalaba entonces Cortés: “lo más fascinante de Wuthering Heights es que las fuerzas de la naturaleza son incuestionables. Da igual que Lockwood quisiera irse de Cumbres cuanto antes o que Catherine quisiera salir a buscar a Heathcliff: la nieve y la tormenta les obligan a esperar a que ellas terminen de suceder. La naturaleza tiene la última palabra. Pero Catherine y Heathcliff no le temen: escaparse a los páramos simboliza la libertad, como para Emily Brontë. Las pequeñas muestras de salvajismo recorren todas las páginas. Cuando Isabella le clava las uñas a Cathy, Emily escribe que la ha adornado con medias lunas rojas. A los ojos de Heathcliff los llama «ese par de demonios negros, tan profundamente sepultados». Es como si dentro del libro latiese algo que no comprendemos del todo, pero que necesitamos leer y releer para alimentar el alma”. Mientras seguimos a la espera, (y con la esperanza), de que la moda despierte, una prenda se hace visible y vocifera materializando la urgencia de ese despertar.

Artículo publicado originalmente en Vogue España, vogue.es.